El Papa celebró la misa ante 35 mil fieles, a quienes los animó a "abrirse a la alegría del Evangelio", pidiendo dejar de lado "la sordera interior y el mutismo del corazón".
Francisco dirigió un discurso a los obispos, sacerdotes, religiosos y seminaristas, en el que marcó tres claves del camino misionero: valentía de empezar, belleza de existir y esperanza de crecer.