El Santo Padre abandonó brevemente el Vaticano para visitar la iglesia de San Agustín, en Roma, donde se conservan los restos de santa Mónica, madre del obispo de Hipona, en el día de su festividad.
La visita de Francisco es una señal de un creciente respeto mutuo, que comenzó desde la época de la independencia de Indonesia, aseguró el arzobispo de Yakarta.
Al recibir en el Vaticano a los oblatos de San José, Francisco los instó a ayudar a los jóvenes a darse cuenta de la gran necesidad de Dios en sus vidas.
Al recibir a una delegación del Líbano, cuatro años después de la explosión en el Puerto de Beirut, el pontífice condenó la muerte de personas inocentes y pidió el fin de las guerras.