Ejercitar el discernimiento dejándonos guiar por el Espíritu santo.
Abrir el corazón al misterio del Reino de Dios.
Tratar a Jesús como lo hacían sus amigos Lázaro, Marta y María.
Presentar al Señor nuestras dudas para que él las convierta en certezas.
Que el Padrenuestro sea una invitación a santificar, confiar, perdonar y agradecer.