Sábado 7 de diciembre de 2024

El Papa invita a la Iglesia a 'no quedarse quieta' y anunciar el Evangelio

  • 27 de octubre, 2024
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
En la misa de clausura del Sínodo, el Papa trazó la identidad de la Iglesia sinodal: "una Iglesia permanente", que escucha el grito de la humanidad y no camina "según los criterios del mundo".
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"No necesitamos una Iglesia que se siente y se rinda, sino una Iglesia que acepte el grito del mundo. Y quiero decir, aunque tal vez alguien se sorprenda: una Iglesia que se ensucia las manos para servir", dijo el Papa Francisco, en la homilía de la misa de clausura de la segunda sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que comenzó el 2 de octubre, y cuyo tema fue: 'Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión'.

Ante miles de personas reunidas en la basílica de San Pedro, Francisco sostuvo hoy, domingo 27 de octubre, que esta nueva etapa se construye "acogiendo el grito de todos los hombres y mujeres de la tierra".

"El grito de quienes quieren descubrir la alegría del Evangelio y de quienes, por el contrario, se han alejado; el grito silencioso de los indiferentes; el grito de los que sufren, los pobres y los marginados; de los niños, esclavizados por el trabajo, en tantas partes del mundo; la voz quebrada de quienes ya no tienen fuerzas ni para clamar a Dios, porque no tienen voz o porque se han resignado", explicó.

Ante las preguntas de los hombres y mujeres de hoy, los desafíos de nuestro tiempo, las urgencias de la evangelización y las múltiples heridas que afligen a la humanidad, no podemos permanecer en silencio", alentó

Reconociendo nuestra propia ceguera
En su homilía, el pontífice recordó el relato evangélico del día: el ciego Bartimeo, ayudado por el Señor, cuyo nombre grita para que le devuelva la vista. Al recuperar la vista, Bartimeo se pone en camino con alegría para seguir a Jesús.

El Papa explicó que Bartimeo representa la "ceguera interior," que todos podemos tener y que nos impide "el dinamismo de la vida" y tener esperanza. Esto también nos puede afectar como Iglesia, añadió el Papa, ya que podemos volvernos "incapaces de percibir la presencia del Señor, no preparados para afrontar los desafíos de la realidad" y, a veces, incapaces de responder adecuadamente "a las preguntas de tantos que nos interpelan".

"No podemos permanecer inertes ante los interrogantes que plantean las mujeres y los hombres de hoy, ante los desafíos de nuestro tiempo, la urgencia de la evangelización y las numerosas heridas que afligen a la humanidad".

El Papa advirtió que "una Iglesia sedentaria", que "se limite a los márgenes de la realidad", corre el riesgo de permanecer ciega y "no captará la urgencia de dar una respuesta pastoral a los numerosos problemas de nuestro mundo".


Clamando al Señor
Recordando que "el Señor pasa", la Iglesia puede ser, como Bartimeo, una comunidad de discípulos que escuchan al Señor, salen a buscarlo y "sienten la alegría de la salvación, suscitada por la fuerza del Evangelio". La Iglesia, a su vez, hace lo mismo "cuando recoge el grito de todos los hombres y mujeres del mundo" que buscan la alegría del Evangelio, desean redescubrir la fe o se sienten rechazados por el sufrimiento, la pobreza o la marginación.

"No necesitamos una Iglesia sedentaria y derrotista, sino una Iglesia que escuche el clamor del mundo y se ensucie las manos sirviendo".

Siguiendo al Señor
Como Bartimeo gritó al Señor con fe y esperanza, hagamos lo mismo nosotros, exhortó el Papa, reconociendo la acción de Dios en nuestra vida y poniéndonos en camino para seguirlo. Cuando nos detengamos por la debilidad o la inercia, encontremos la fuerza y el coraje para "levantarnos y continuar el camino", volviendo al Señor y a su Evangelio.

"Una y otra vez, cuando (el Señor) pasa, necesitamos escuchar su llamado para que podamos volver a ponernos de pie y Él pueda sanar nuestra ceguera; y luego podamos seguirlo una vez más, y caminar con Él en el camino", agregó.

El Evangelio narra que Bartimeo "siguió al Señor por el camino", y el Papa sugirió que esto ofrece una imagen de la Iglesia sinodal: cuando el Señor nos llama, nos ayuda a levantarnos cuando nos falta inercia o hemos caído, y nos devuelve la vista, para que "podamos percibir las angustias y los sufrimientos del mundo a la luz del Evangelio". 

"Recordemos no caminar nunca solos o según criterios mundanos, sino caminar juntos, detrás de Él y junto a Él", añadió.


Llevando la luz del Evangelio
El Papa subrayó que es necesario ser "una Iglesia en pie, no una Iglesia silenciosa, sino una Iglesia que acoge el grito de la humanidad" y se deja iluminar por Cristo, llevando la luz del Evangelio a los demás.  

"No una Iglesia estática, sino una Iglesia misionera, que camina con su Señor por los caminos del mundo".

Al concluir, el Papa dio gracias una vez más por el camino sinodal emprendido y para que podamos "continuar juntos nuestro camino, con confianza" y, como Bartimeo, "animarnos" para escuchar la llamada del Señor, confiarle nuestra ceguera, levantarnos y llevar de nuevo "la alegría del Evangelio por los caminos del mundo".

"Ésta es la Iglesia sinodal: una comunidad cuyo primado está en el don del Espíritu, que nos hace a todos hermanos en Cristo y nos eleva a él".

La celebración incluyó la exposición de la antigua Cátedra de San Pedro, tras un trabajo de restauración.

Según una nota enviada a los periodistas por el Vaticano, "es muy probable que la Cátedra haya sido donada por Carlos el Calvo al Papa Juan VIII (872-885)".

"Contemplándola con la admiración de la fe, recordemos que ésta es la Cátedra del amor, de la unidad y de la misericordia, según el precepto que Jesús dio al apóstol Pedro de no ejercer dominio sobre los demás, sino de servirlos en la caridad", declaró Francisco.+