Miércoles 13 de agosto de 2025

León XIV: 'El mal existe, pero no tiene la última palabra'

  • 13 de agosto, 2025
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
"La fe no nos ahorra la posibilidad del pecado, sino que siempre nos ofrece una salida: la de la misericordia", dijo el Papa durante su catequesis semanal.
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El dolor, si se acoge con sinceridad, puede ser una oportunidad de conversión y de alegría, porque Dios nunca deja de amarnos: el papa León XIV ofreció este recordatorio durante su audiencia general del miércoles 13 de agosto, su último acto público en el Vaticano antes de partir hacia Castel Gandolfo, donde permanecerá hasta el domingo 17.

Debido al intenso calor romano, la audiencia tuvo lugar en el Aula Pablo VI del Vaticano. A pesar de ello, el Santo Padre se detuvo para saludar a los fieles que no cabían en el Aula y que se encontraban en otros lugares cercanos para protegerse de las temperaturas extremas.

No para condenar, sino para hacer reflexionar y expresar amor
Continuando su serie de catequesis sobre el tema del Jubileo de Cristo nuestra Esperanza, el Santo Padre se centró esta semana en la pasión, muerte y resurrección de Jesús, reflexionando sobre el momento de la Última Cena cuando Jesús revela que uno de sus discípulos lo traicionará.

En particular, el Papa profundizó en el pasaje en el que, durante la cena pascual, Jesús dice: "En verdad les digo que uno de ustedes me va a traicionar, el que come conmigo". 

"Palabras fuertes", dijo el Papa. "Jesús no las pronuncia para condenar, sino para mostrar cómo el amor, cuando es verdadero, no puede prescindir de la verdad".

Y, sin embargo, el Papa León observó que la forma en que Jesús habla de lo que está por suceder es sorprendente. No alza la voz, ni señala con el dedo, ni menciona a Judas.

Más bien, recordó, el Señor habla de tal manera que cada persona puede reflexionar personalmente. El Papa dijo: "Esto es exactamente lo que sucede: 'Comenzaron a angustiarse y a decirle, uno por uno: "¿Seré yo?"".

El camino de la salvación comienza con la oportunidad de conversión
Esta pregunta: "¿Será que soy yo?", decía el Papa León, es quizá una de las más sinceras que podemos hacernos.

"No es -explicó- la cuestión del inocente, sino la del discípulo que se descubre frágil; no es el grito del culpable, sino el susurro de quien, aun queriendo amar, es consciente de ser capaz de hacer daño".


Sin embargo, esta constatación, sugirió el Papa León, no debería causarnos melancolía, pues "es en esta conciencia que comienza el camino de la salvación". "Jesús no denuncia para humillar. Dice la verdad porque quiere salvar".

Lugar para la conversión
Para salvarse, añadió el Papa, es necesario poder sentirse: "sentirse implicado, sentirse amado a pesar de todo, sentir que el mal existe pero que no tiene la última palabra".

Sólo quien ha conocido la verdad del amor profundo, recordó, puede también aceptar la herida de la traición.

La reacción de los discípulos no es de ira, sino de tristeza. No están indignados; están afligidos. Es un dolor que surge de la posibilidad real de verse involucrados.

"Precisamente este dolor, si se acoge con sinceridad -dijo el Papa-, se convierte en lugar de conversión".

Dolorosa oportunidad de renacer
El Evangelio, explicó, no nos enseña a negar el mal, sino a reconocerlo como una dolorosa oportunidad de renacimiento.

Jesús añade entonces una frase que nos inquieta y nos hace reflexionar: "¡Ay de aquel por quien el Hijo del Hombre es entregado! Más le valdría no haber nacido".

Son palabras duras, sin duda -dijo el Papa-, pero hay que entenderlas bien: no es una maldición, sino un grito de dolor. En griego, ese "ay" suena como un lamento, un "ay", una exclamación de compasión sincera y profunda. Estamos acostumbrados a juzgar. En cambio, Dios acepta el sufrimiento.

No nos excluyamos de la salvación
Cuando el Señor ve el mal, explicó el Papa León, no lo venga sino que lo entristece.

"Y ese 'mejor si no hubiera nacido'", explicó, "no es una condena impuesta a priori, sino una verdad que cualquiera de nosotros puede reconocer: si negamos el amor que nos ha engendrado -si, traicionando, nos volvemos infieles a nosotros mismos- entonces perdemos verdaderamente el sentido de nuestra venida al mundo y nos excluimos de la salvación".

La luz comienza a brillar en la oscuridad
Y sin embargo, incluso en el punto más oscuro, observó el Santo Padre, la luz no se apaga, sino que "al contrario, comienza a brillar".

Esto se debe a que, decía el Papa León, "si reconocemos nuestro límite, si nos dejamos tocar por el dolor de Cristo, entonces finalmente podremos nacer de nuevo", ya que "la fe no nos ahorra la posibilidad del pecado, pero nos ofrece siempre una salida: la de la misericordia".

"Jesús no se escandaliza de nuestra fragilidad, porque 'Él sabe bien' que ninguna amistad está exenta del riesgo de la traición".

"Pero -reiteró el Papa- Él sigue confiando, se sienta a la mesa con los suyos y no renuncia a partir el pan, ni siquiera por aquellos que lo traicionarán".

Éste "es el poder silencioso de Dios: Él no abandona nunca la mesa del amor, incluso cuando sabe que lo dejarán solo".

En busca de la salvación
A continuación el Santo Padre dirigió una invitación a los fieles.

Queridos hermanos y hermanas, también nosotros podemos preguntarnos hoy con sinceridad:  "¿Será que soy yo? ", dijo el Papa, aclarando que esto no debe entenderse como una acusación, sino como un espacio para la verdad en nuestro corazón.

"Aquí comienza la salvación: en la conciencia de que podemos ser nosotros quienes rompamos nuestra confianza en Dios, pero también podemos ser nosotros quienes la recojamos, la protejamos y la renovemos".

"Incluso si traicionamos a Dios, podemos ser convertidos por su amor hacia sus hijos".

El pontífice subrayó que "en definitiva, esto es esperanza: saber que aunque fracasemos, Dios nunca nos fallará. Aunque lo traicionemos, él nunca deja de amarnos. Y si nos dejamos tocar por este amor -humilde, herido, pero siempre fiel-, entonces podremos renacer verdaderamente".

Esto, concluyó el Papa, nos permite "no vivir más como traidores, sino como hijos siempre amados".+