Mons. García Cuerva alertó sobre los virus sociales de la vanidad y la avaricia
- 5 de agosto, 2025
- Buenos Aires (AICA)
"Cuánto nos cuesta llevar el Evangelio al bolsillo. No olvidemos que sólo los bienes de Dios nos darán la felicidad eterna", recordó el arzobispo de Buenos Aires.
El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, advirtió sobre dos "virus" que, más allá de cualquier pandemia, siguen enfermando a la sociedad: la vanidad y la avaricia.
"Cuando una sociedad lamenta más la pérdida económica que la pérdida de vidas no precisa virus externos porque ya está enferma", recordó que escribió el papa León XIV cuando era obispo en Perú y señaló que, aunque actualmente la gente no deba enfrentarse al coronavirus, persisten males internos que deterioran el corazón humano y las relaciones sociales.
En primer lugar, se refirió a la vanidad, que definió como "arrogancia y presunción, sentirnos más importantes por lo que tenemos que por lo que somos".
Monseñor García Cuerva criticó la cultura actual que valora más el tener que el ser y advirtió sobre la influencia de las redes sociales, donde muchos "exponen sus bienes y lujos como si eso confirmara su valor como personas".
En segundo término, habló de la avaricia, que describió como "el afán de poseer riquezas u otros bienes con la intención de atesorarlos mucho más allá de lo necesario para vivir dignamente".
"Cuánto cuesta llevar el Evangelio al bolsillo"
Denunció que este deseo de acumular lleva a conflictos familiares, especialmente en casos de herencias, y recordó refranes populares: "No hay mortaja que tenga bolsillos" y "no hay empresa fúnebre con camión de mudanza".
El arzobispo citó a Plutarco, quien advertía: "La bebida apaga la sed, la comida satisface el hambre, pero el oro no apaga jamás la avaricia", y reiteró las palabras del papa Francisco en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, en la que señala que la inequidad -la profunda brecha entre ricos y pobres- es la raíz de muchos males sociales.
Finalmente, monseñor García Cuerva pidió a los fieles revisar su propio vínculo con los bienes materiales y dejarse interpelar por las lecturas.
"Cuánto nos cuesta llevar el Evangelio al bolsillo. No olvidemos que sólo los bienes de Dios nos darán la felicidad eterna. Detectemos y combatamos estos virus de la vanidad y de la avaricia que hacen de nuestra sociedad una sociedad enferma", concluyó.+